Recuerdo una frase que me decían de niña, cuando mi gusto por el dibujo estaba en todo su esplendor; la gran arma de un dibujante es su imaginación. Vaya...y yo que pensaba que eran sus manos y un buen lápiz! Pues no, con el tiempo me di cuenta de que esa frase, contenía gran parte de verdad. Un dibujante sin imaginación es solo una máquina de reproducir líneas robadas a otros. Lo que se nos olvida a veces, a los que dibujamos en general, es ha ejercitar esa herramienta y claro, con la edad y con el tiempo, se va oxidando.
Un día, en una salida con los amigos, entre desayuno y barbacoa, me quedé mirando las baldosas de la casa del anfitrión, y las manchas que tenían esas baldosas, adquirieron poco a poco, ante mis ojos, aspecto de piedras que, a su vez, crearon formas que me empujaron a garabatear... contra más las observaban, más saltaban ante mis ojos pequeños dibujitos. Podéis pensar que ya iba por el segundo mojito o que realmente el aburrimiento hacía mella en mi mente, pero no... simplemente regresé a la infancia por un momento, cuando aún me sorprendían las formas lo suficiente, como para sentir la ncesidad de bocetarlas.
Aquí está el resultado y sabéis que? Creo que seguiré dibujando más piedras....
